lunes, 16 de agosto de 2010

Agua y cartón

Cuando el cielo fuera solamente cartón
Cuando todo: el cielo y tu alma fueran cartón,
el alma tuya, ese alma,

cuando la furia del agua te golpeara, loca,
haciendo del cartón un trapo que flamea,
cuando tu alma de cartón, mojada y leve, llamando
al mar su triste milagro,
como un manto piadoso
sobre el niño muerto
como limosna indecisa
como el padre pobre
como una madre,
con las manos del que pide acusando al pueblo
gritando el hambre a dios, al diablo, al hijo,
al hombre inútil a su lado,
cuando tu alma de cartón, como tu cielo,
con los ojos del mar llorando,
sobre el caballo muerto,
en el hombro gastado,
con las manos al cielo pidiendo, implorando una vez más, al cielo.

Estás con tu voz vencida, estás como un leño mojado,
el cielo te acompaña con su pálido cartón,
mojándote, despojándote, la nada es una, toda:
están así las cosas
el paraíso ha de estar en otra esquina
las luces aquí mueren con el atardecer.

Se deshace el cartón, como un cielo empobrecido,
viene, llanto, baja aquí, clava su agua ante mis pies
y deja sus ojos chorreando ante mis ojos.
Del agua al agua me enamoran
las gotas turbias, grises, el cartón herido.

Cuando venga el corazón, su temblor de hembra cálida,
cabalgada por cuatro vientos,
herida para morir,
abierto en dos
el pobre deslucido cartón de tus milagros
pobre corazón de mujer pobre y de cartón,
pobre desde el nacimiento mismo de la pobreza,
vendrá también el beso lento que recuerdo
llegará con él la máscara del consuelo,
y caerán, caerán los pájaros,
caerán como la lluvia,
vendrán en bandadas de muerte para ver tu beso o sostenerme,
o para dejarse ver con la muerte tras la muerte.

Pero no, y el viento hará remolinos con sus plumas
y el agua lavará lo que fuera de tu beso
o el recuerdo del agua en el sombrío sueño,
o la vaga marea cubriendo sus abiertos picos negros
al aire, con una palabra muerta, sobre su lengua y tiesa.

Quién llegará temprano a despintar el cielo,
a rasgar siquiera el cartón descascarado?
Cuando cielo fuera, dije,
cartón de harapos y paños rojos y tristes,
papel de cartas mentidas,
verías callar al viento
y al viento como una lengua caída,
como un mendigo a tientas
al viento, verías al viento.

Dale un puñado de hojas al hombre que pasa,
un canto leve,
un calzado para que llegue seco hasta su casa,
un palmo de arroz que calme el hambre de todos.

El cielo es puro cartón
en tu alma que aburre y espera algunos perdones,
picos negros te nombran en quietas lenguas secas,
hay plumas en el camino, hay húmedas muchachas
cargando cestos de ropa lavada en vinagre.

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